Declarado por La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU)
La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) ha declarado 2026 como el Año Internacional de la Agricultora.
Esta iniciativa pretende “crear conciencia y centrar la atención normativa en los obstáculos y los desafíos a los que se enfrentan las agricultoras”, además de impulsar acciones para afrontar sus problemas.
Datos y voces expertas responden a algunas cuestiones sobre la situación de las agricultoras.
¿Cuál es la situación de la agricultura en España?
“En España, la agricultura sigue siendo un sector estratégico por su función económica, social, territorial y medioambiental”, afirman al SMC España desde la Confederación de Asociaciones de Mujeres del Medio Rural (CERES).
La agricultura representa aproximadamente el 2,5 % del PIB español, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), y el sector primario emplea al 3,6 %, de la población activa, según la Encuesta de Población Activa (EPA). Tanto la producción nacional, como las exportaciones, especialmente a mercados europeos, son los sostenes del valor del sector agroalimentario.
Según el Anuario de Estadística del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), la tierra dedicada a cultivos ocupaba en 2023 el 32,8 % del total de la superficie de España. El tipo de cultivo es muy diverso y cada región tiene su especialidad. En líneas generales, los herbáceos —cultivos temporales y huertas— representan el grueso de la superficie cultivada, entre los que destacan los cereales. En los cultivos leñosos —mantenidos durante largos periodos sin ser replantados tras cada cosecha—, los olivares encabezan el grupo. Cabe destacar que España es uno de los países con más superficie en producción ecológica tanto de la Unión Europea como del mundo, encabezando la lista en ambos ránquines en olivares ecológicos y la primera del mundo en viñedos ecológicos. Así se indica en The World of Organic Agriculture 2025.
¿Por qué la ONU ha declarado el 2026 el Año Internacional de la Agricultora y qué implicaciones tiene?
La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 2026 como Año Internacional de la Agricultora para “poner de relieve el papel esencial que desempeñan las mujeres en los sistemas agroalimentarios […], a pesar de que a menudo no se les reconoce”. Con ello quiere visibilizar no solo a las agricultoras y los obstáculos que enfrentan, sino también a productoras, campesinas, pescadoras, apicultoras, pastoras, poseedoras de conocimientos tradicionales… y un largo etcétera.
El Año de la Agricultora se celebra junto con el Año Internacional de los Pastizales y los Pastores. El objetivo es que ambas conmemoraciones se refuercen mutuamente, subrayando el papel de las mujeres y las comunidades pastorales en la conservación de las tierras, la alimentación de la población y el fomento de la resiliencia climática. Todo ello se engloba, y reconoce, en el Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar 2019–2028 para el impulso de políticas e inversiones inclusivas en favor de la agricultura familiar.
“La evidencia muestra que la brecha de género en recursos agrarios está directamente relacionada con mayores tasas de hambre y pobreza, especialmente en países con menos ingresos. La declaración pretende situar esta problemática en la agenda global, impulsar políticas públicas y fortalecer la participación de las mujeres en la toma de decisiones”, dice al SMC España Raquel Ajates, investigadora César Nombela en el Departamento de Sociología II de la UNED.
Poner fin a la brecha de género en los sistemas agroalimentarios evitaría que 45 millones de personas padecieran inseguridad alimentaria y aumentaría el PIB mundial en un 1 % según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).
Prioridades políticas suelen ir de la mano de prioridades presupuestarias, así como del refuerzo de “coaliciones entre administraciones, universidades, cooperativas y sector privado para proyectos demostrativos”, en palabras de Ignacio de los Ríos, director del grupo de investigación GESPLAN de la Universidad Politécnica de Madrid.
Él cita a modo de ejemplo el “aterrizaje” en 2026 del plan “Plan Mujer Rural 2026”, un proyecto en diversos territorios de 12 países dentro del marco de trabajo de la FAO. Este ha sido diseñado a partir del trabajo de la Red de Universidades y empresas comprometidas con los principios de Inversión Responsable en Agricultura (red RU-IRA) y la Metauniversidad, una “universidad de universidades” para impulsar el desarrollo sostenible.
La ONU ha hecho a su vez un llamamiento a la población mundial a la participación en el Año de las Agricultoras, por lo que a lo largo del 2026 se prevé la realización de actividades en este sentido.
Ajates concluye al SMC España: “Aunque un año internacional no cambia la realidad por sí solo, sí crea un marco que facilita compromisos y puede impulsar transformaciones de largo plazo si se acompaña de inversiones, estrategias coordinadas y políticas específicas”.
Blanca Corroto, presidenta de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) Mujeres, añade : “También debemos aprovecharlo nosotras mismas: compartir experiencias, aprender unas de otras y seguir liderando cambios en nuestras comunidades”.
¿Cuál es la situación de las agricultoras en España?
La tasa de ocupación de ellos es superior a de ellas —53,7 % hombres y 41,9 % mujeres—, proporción que se invierte en la tasa de paro —9 % hombres y 13,2% mujeres—.
Además, la relación entre hombres y mujeres ocupados (índice de masculinidad) de las áreas rurales es superior al de las ciudades, —103,8 hombres por cada 100 mujeres en municipios rurales y 94,7 hombres por cada 100 mujeres en municipios urbanos —. Las mujeres representan casi un tercio de la fuerza laboral agraria.
Para De los Ríos, “la foto más sólida para entender el papel de las mujeres en el campo no es únicamente el empleo, sino quién dirige y decide”. Según datos del Censo Agrario del INE del 2020, del total de personas jefas de explotaciones agrícolas, el 28,6 % eran mujeres, un 22 % más respecto al censo anterior elaborado en 2009. “Las explotaciones gestionadas por mujeres disponen de menos tierra y registran una menor producción económica”, añade Ajates. A las tareas agrarias también hay que sumarle en muchos casos la carga de las tareas domésticas y familiares, que recae en ellas más que en los hombres.
¿Y en el mundo?
A escala global, las mujeres representan aproximadamente el 40 % de la fuerza laboral agrícola, según datos del 2021 de FAO, con mayores proporciones en países en desarrollo.
“Esto significa que casi la mitad de todo el trabajo agrícola mundial depende del esfuerzo de las mujeres”, afirman desde CERES. “Sin ellas no hay producción, ni transformación, ni mercados locales funcionando”, añade de los Ríos.
La mayor carga de trabajo en casa se repite. En todo el mundo, las mujeres destinan 2,5 veces más horas por día al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres, según la ONU.
¿Cuál es el peso económico de las agricultoras?
Las mujeres conforman un porcentaje sustancial del trabajo agrícola y sostienen gran parte de la producción de alimentos. Sin embargo, “en España, no hay datos oficiales que reflejen con precisión el valor económico generado por las mujeres agricultoras, lo cual es un reto de visibilización”, señalan desde CERES. Según explica De los Ríos, “el sistema estadístico no siempre permite desagregar el valor por sexo de manera directa, porque la contabilidad se registra por explotación/empresa y cadenas de valor”.
El experto sí apunta a la posibilidad de estimar el peso económico en base a ese casi 30 % de jefas de explotaciones: “El impacto económico de sus decisiones es estructural, aunque el porcentaje de valor total no sea idéntico por diferencias de tamaño, orientación productiva o acceso a capital”. A esto se le añade el 40 % en la fuerza laboral agrícola, que “implica una contribución masiva a la producción y a las economías rurales, especialmente en regiones donde la agricultura sigue siendo el gran empleador”.
¿A qué problemas se enfrentan las agricultoras?
Las agricultoras se enfrentan a problemas estructurales y tienen peores condiciones laborales que los hombres, por lo que el año Internacional de la Agricultora “también es una llamada de atención” en palabras de Corroto.
Ellas presentan un acceso desigual a la tierra y recursos productivos. Desde CERES destacan que “a menudo están menos visibilizadas en datos oficiales y en toma de decisiones” y que muchas “realizan trabajo no registrado o familiar sin reconocimiento pleno como profesionales del sector.” Como consecuencia, este no queda remunerado formalmente. A ello se suman brechas en la financiación.
“En lo relativo a ayudas públicas, diversos informes de organizaciones agrarias denuncian que las explotaciones gestionadas por mujeres reciben una proporción sustancialmente menor de ayudas de la Política Agraria Común (PAC), tanto de ayudas directas como de desarrollo rural”, dice Ajates. Corroto también menciona el acceso a créditos como una de las barreras a las que se enfrentan.
Las agricultoras presentan a su vez menores oportunidades de formación y acceso a tecnología, lo que reduce su margen de decisión, autonomía y productividad. A todo lo anterior hay que sumar la doble jornada por el trabajo doméstico y de cuidados, un tema frecuente en ruralidad, según señalan desde CERES.
El cambio climático también las afecta especialmente a ellas. En CERES afirman: “Las mujeres rurales son especialmente vulnerables porque dependen directamente de recursos naturales y suelen carecer de infraestructura de apoyo”.
En conjunto, tales desigualdades, hacen que “el rendimiento y la resiliencia de sus explotaciones, o unidades productivas familiares, tiendan a ser más frágiles”, dice de los Ríos. Como última consecuencia, el peso económico real queda reducido. En promedio, las mujeres que trabajan como asalariadas en la agricultura ganan 82 centavos por cada dólar que ganan los hombres, según la FAO.
¿Qué papel tienen y qué aportan las agricultoras en las comunidades?
Las mujeres desempeñan un papel esencial en los sistemas agroalimentarios. Las agricultoras resultan fundamentales para la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición de la población al sostener gran parte de la producción de alimentos. También son motor de resiliencia económica y sostén de economías locales, por lo que ejercen de agentes clave en la erradicación de la pobreza.
Pero su papel va mucho más allá de la alimentación de la población. La lista, en base a las fuentes consultadas, es extensa:
-Construyen redes de apoyo comunitario y desempeñan un papel vertebrador en la cohesión social de sus territorios.
-Lideran movimientos de defensa territorial, como hacen las asociaciones de mujeres amazónicas, que incluso ponen en riesgo sus vidas.
-Son guardianas y transmisoras de conocimientos y prácticas agroecológicas, lo que incluye semillas tradicionales.
-Suyo es el papel de la cohesión familiar, clave para la seguridad cotidiana y la estabilidad y resiliencia del hogar rural.
-También tienen un papel fundamental en la resiliencia climática, siendo claves para acelerar la transición a sistemas agroalimentarios más sostenibles.
Corroto es tajante: “Nosotras somos mucho más que productoras de alimentos. Somos el corazón de las zonas rurales. Cuidamos la biodiversidad, transmitimos saberes tradicionales, enseñamos a las nuevas generaciones a respetar la tierra”.
“Sin embargo, es importante evitar un esencialismo”, advierte Ajates. “No es responsabilidad única de las mujeres reparar los daños socioambientales generados durante más de medio siglo por modelos agrícolas industriales diseñados mayoritariamente por hombres. […] No hay que romantizar su rol, sino dotarlo de los recursos adecuados”.
¿Hay legislaciones para proteger a las mujeres agricultoras?
Existen marcos nacionales e internacionales que buscan la igualdad de género y protección de derechos rurales. A nivel nacional, destaca la Ley de Titularidad Compartida que reconoce jurídica y económicamente la participación de las mujeres en fincas familiares, aunque su implementación sigue siendo limitada. Hace una década, se preveía que hasta 55.000 explotaciones podrían beneficiarse de esta ley. En el 2025, en torno a 1.500 fincas aparecían inscritas en el Registro de Titularidad Compartida.
Por otro lado, y como parte positiva, España es uno de los dos Estados miembros de la UE — junto con Irlanda— que incluye en su nuevo Plan Estratégico (PEP) para la PAC 2023-27 el objetivo de mejorar la participación de las mujeres en la agricultura y uno de los cinco que proponen medidas específicas de apoyo a las mujeres rurales.
Entre los internacionales, cabe señalar los objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU, a destacar los de igualdad de género y fin del hambre, y la PAC incorpora medidas para promover la igualdad de género en la agricultura, “aunque incipientes”, dice Ajates.
En ese sentido, el proyecto europeo GRASS CEILING por la igualdad de género en los sistemas de innovación rural y agrícola presentó en 2025 un informe con recomendaciones sobre políticas de transición inclusivas para la agricultura y las zonas rurales.
Para CERES es crucial incidir en el desarrollo e implementación efectiva de estas normas, garantizando que lleguen a las mujeres en sus territorios, algo en lo que también incide Corroto: “La realidad es que no siempre se aplican bien y todavía hay mucho que hacer para garantizar que todas las agricultoras puedan beneficiarse”.
¿Cómo ha evolucionado el papel de las agricultoras en las últimas décadas?
Desde CERES afirman que “ha habido una evolución positiva, pero con retos persistentes”. Entre los avances citan el mayor acceso a educación y formación profesional, el reconocimiento social creciente del papel de las mujeres rurales, y el incremento de liderazgos femeninos. A su vez, “la figura de la cotitularidad ha mejorado el reconocimiento de las mujeres en su labor en el sector”, señala Ajates. En palabras de Corroto, las mujeres agricultoras han pasado de ser “ayudantes invisibles” a empezar a ganar protagonismo.
Son numerosas las iniciativas en marcha en este sentido. El proyecto GRASS CEILING cuenta con un curso en línea gratuito sobre igualdad de género en agricultura y mujeres rurales.
Desde GESPLAN trabajan con mujeres rurales para co-construir proyectos en cooperativas, asociaciones y territorios donde aprenden, deciden y lideran.
A su vez, el MAPA ofrece formación al emprendimiento y entrega anualmente los Premios de Excelencia a la Innovación para mujeres rurales.
Fuente: A en Verde
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